EL MISTERIO DE GARABANDAL

Con la que está cayendo –sobre todo a él–, el exministro del Interior, Jorge Fernández Díaz carga una cruz, gustosamente: la rechifla que pueden suscitar las convicciones católicas, a las que el exministro la semana pasada sumó la defensa de los misterios y revelaciones de Sant Sebastiàn de Garabandal, aldea cántabra donde entre 1961 y 1965 la Virgen María se apareció supuestamente a cuatro niñas y digo supuestamente, porque el obispado de Santander se ha negado siempre a darles verosimilitud mientras que el Vaticano mantiene que «no consta la sobrenaturalidad». Un episodio que Jorge Fernández Díaz enmarcó en la eterna lucha entre Jesús y Satanás, con la singularidad de que algunos de los que niegan la revelación mariana desde la propia Iglesia formarían parte del segundo bando. Son palabras de Jorge Fernández Díaz, que participó la semana pasada en una cena-coloquio en el Círculo Ecuestre de Barcelona sobre las Apariciones Marianas de San Sebastián de Garabandal, con la médica familiar Elsa Martí y Montse Moreno, una creyente que fue curada de una enfermedad degenerativa en el octavo viaje a la aldea. “Piensa que no podía moverme y oí algo que me hizo salir corriendo”, explicó a este periodista.

Fernández Díaz es, pues, un firme garabandalista, como se les conoce por su defensa a ultranza de unos misterios –que coincidieron con el Concilio Vaticano Segundo– en el que la Virgen trasladó a las niñas que “la copa estaba llena ” en 1961 y que “la copa estaba llena a rebosar” en 1965, en velada alusión bíblica a la penetración del diablo en la misma Iglesia (lo que explicaría su desprecio por las revelaciones de Garabandal, hechas a cuatro chicas y no a sus altos representantes). No creo que la Virgen se refiriera o refiriese a la Copa menstrual, que creo que por aquella época aún no existía, aunque tratándose de milagros, todo es posible. Se entienden las dudas del obispado de Santander y del Vaticano, todo el mundo sabe que a pesar de ser España un país tan Mariano, la virgen prefiere hacer sus apariciones estelares en Francia o Portugal. Vete a saber por qué, o quizás, es que no se fía de un país que contiene especímenes tan surrealistas como Jorge Fernández y su chófer Marcelo entre otros defensores de la fe mariana.

El exministro, el hombre que vio la luz en Las Vegas, sufrido como es, acepta a la manera de Jesús la cruz que debe llevar, un peso del que responsabiliza a “la masonería”, una fuerza que no ha desaparecido, y que le parece maligna y ataca su fe. Él, que menos trabajar, lo ha hecho todo por la patria, por la sacrosanta unidad de España. El hombre que está dispuesto a sufrir tortura antes de confesar, está a un paso de ser proclamado Santo Súbito en vida, salvo una pequeña salvedad, Don Jorge Fernández Díaz,  ya está muerto, aunque él aún no lo sabe.